martes, 22 de junio de 2010

El tiempo infinito

Todos, eso espero, hemos oído de la relatividad del tiempo, acerca de la cual hay innumerables ejemplos, lo que me evita tener que poner alguno. Yo de lo que quiero hablar es del tiempo infinito. Esta mañana mientras pintaba la valla de la piscina a trozos, dada la época del año en que hemos empezado a pintarla, pensaba en los tiempos infinitos. Recordaba una vez que para marchar de un pueblo al que había ido a fotografiar solo podía hacerlo en un autobús. Por la mañana cuando me bajaba de ese autobús pregunte al chófer: a que hora pasa de vuelta?

No se, me dijo sin inmutarse. Debí poner cara de gilipollas. Me miro y continuo. No tengo hora de vuelta. Usted espere por aquí. Claro que puede suceder que pase lleno y si es así no podre parar. O bueno si, parare para decirle que no hay sitio. Es mas, hasta podría suceder que ni volviera. Esto es así. Usted espere por aquí.


Bueno... marche de allí pensando que lo que aquel hombre tenia sobre el salpicadero era un “pastillero” y que se metía de todo por las mañanas.


Cuando termine mis fotos, camine sin prisa hacia lo que se suponía era la parada del autobús. Y allí...espere. No se si podéis imaginar que cantidad de sensaciones me fueron invadiendo con el paso del tiempo, un tiempo sin marcas, sin limites, un tiempo infinito. Y si el autobús volvía lleno y no paraba? Y si no volvía? Y si era la única posibilidad de salir de aquel pueblo y al no pasar, quedaba allí para los restos de mi existencia?

Hubo momentos en que me invadió una espantosa sensación al descubrir que hasta podría suceder que de pronto me diera por caminar sin saber hacia donde, en círculos o a ciegas. Todo por llegar. Por llegar..a donde?


Los tiempos infinitos son como partículas de materia imperceptible que nos van penetrando con cada sensación y queman, nos abrasan el alma, nos rasgan las entrañas con tal voracidad que a poco que nos descuidáramos... los tiempos infinitos pueden hacernos diluir.

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