viernes, 27 de febrero de 2009

Ellas... y el sentido de la palabra

Es curioso como usan el lenguaje ellas, nuestras contrarias. No digo que nosotros lo hagamos bien, o mal, pero ahora hablo de ellas, y punto.
A saber. Si ella estaba hablando por el msn con una a miga te dirá… “perdona, estaba saludando a una amiga”. Pero, si hablaba con un hombre, dejara caer aquello de… “disculpa, hablaba con una persona”. Mirado así no esta mal, nos consideran personas, si bien no quiero con esto decir que lo seamos, nosotros.
Otro a saber. Si tu nombre tiene diminutivo, por ejemplo tu nombre es Gustavo y te llaman Gus, ella puede ponerte un mensaje diciendo: “buenos días Gus. Un beso”. Bueno, bueno… ahí hay posibles jejejeje.
Pero… si el mensaje dice: “buenos días Gustavo. Un besazo”. Chungo. Chungo porque ni te imaginas la de letra pequeña que hay en ese mensaje. Pero te lo cuento. Te esta diciendo: tío, eres genial, una persona increíble, de lo mas interesante, genuino… Si, muy bien todo. Pero amigo mío: no mojas!!!!!!


(sonido de alerta de sms)
(mensaje nuevo…abriendo carpeta)
“Buenos días querido Enrique Álvaro Luís Maria de los Ángeles. Un besazo”

Joder… como dirían en mi tierra: una mata que no ha echao.

jueves, 26 de febrero de 2009

Influencias..


y de pronto rompo a llorar
y el alma se me sale
o se me mete
o se me va
...o se me viene

Ah... tengo alma

P u t a envidia

Dentadura blanca y perfecta. Y fuma.
Dentadura, por llamarle algo, pocha y testigo de mil cafés y buenas dosis de tabaco. Y eso que la cuido.
Ojos verdes.
Ojos marrones anodinos
Vientre tabla de planchar
Vientre “eureka!! La tierra es redonda”
Uno ochenta y dos
Uno 69. Bueno, quitando el uno, no esta mal
Veinteitantos, cuasi inmoral esa edad
Cuarenta y diecitantos.
Esta claro. Así a quien coño seduces ya?

¡!!!!!RINGGGGGGG…. RINGGGGGGG!!!!

-A ver-
…….
-Todo el día intentando felicitarte tus 29 monina-
…..
-Pues aquí, de charla con una Paulaner fría, fría, fumando, comiéndome a cachos un atardecer de vicio. Ah, y escuchando La Bohème. Ni puta idea de opera, pero mola. Y tu?-
…..
-Vino. Comprando un reserva. Vaya bien oye.
….
-Para cenar conmigo?.Quieres celebrar tus 29 conmigo? En una hora? Perfecto. Chao

“Clic”

¡!!!!GUAUUUUUUUUUUUU!!!!!!

Moraleja.- La vida es la ostia!!!!!!

Frío



Que fría esta la mañana de tu partida,
que frío sentí cuando desperté y no te tenia
no sentía el calor de tu cuerpo ,que me cubría
que fría es la mañana de mi desdicha
al sentir que te perdía , que mis ojos no te verían ¡
que mis besos y mis labios te perdían
que fría es la mañana y nada me abriga

Enviado por: Noe

sábado, 21 de febrero de 2009

Es la primera vez que lo hago

Que una niña de 18 años( deberían estar prohibidas esas edades) te diga ( a un paisano de 58) que es su primera vez, no sucede todos los días. Ah pero, sucede?
No te preocupes, lo haremos fácil. Tu ves haciendo lo que yo te diga. Eso es... ahora levanta la cabeza... así... mírame... bien, ves? esta siendo fácil. Cambia de postura, si, contra la pared, bien... muévete, despacio. AJA!!!! Perfecto. Verdad que ha sido cómodo, fácil. Si!!! ha sido fantástico. Me ha gustado mucho. Pues en cuanto llegue a Gijón, te las grabo todas en un Cd y te las envío. Que Guay!!! Mi primer book!!!

Adaptarse a los métodos

Cuando vi La dama y el vagabundo, por decimonona vez y tratando de dormir a uno de mis hijos, pensé... el día que necesite ligar me comprare un perro. Hoy lo tengo, pero nada, no ligo. Es mas, el muy... perro, cuida tanto la casa que me espanta cualquier posibilidad. Pues bien, esta noche he descubierto que funciona mucho mejor un trípode, una cámara aparente y un buen objetivo. Llevo unas doce direcciones de correo y no se cuantas invitaciones. El grito "queremos una foto tuya" aun resuena en mis oídos. Esto me hace pensar. La próxima escapada será doble. Primero un día con cámara y trípode, y después vuelvo ya con los planes cerrados

lunes, 16 de febrero de 2009

El hombre y la hiena. Ah!, y la pala

Esta mañana, mientras paleábamos tierra, acción que consiste en dar una patada a una pala apoyada en un montón de tierra hasta que se hunde y sale cargada (hay que joderse), mientras estábamos en eso Cano y yo, nos reíamos hablando de cosas de aquí. Entonces me surgió la pregunta y dije: tiene huevos, con el día tan cojonudo que hace pa estar en el prao tiraos, disfrutando unos culines (de sidra eh) y medio ciegos y no aquí paleando... de que coño nos reímos?
Eso me llevo a acordarme de la hiena, ese animal al que nunca entendí, del que nunca supe descifrar el enigma que hay tras un bicho que come mierda, folla una vez el año y encima...se ríe. Cano llego a la solución y me dijo: ya se. La hiena ser ríe 6 meses pensando que va a volver a follar, y otros 6 recordando que folló.

Lo que hacemos los hombres y la hienas para no amargarnos la existencia.

Pd:- quiero hacer un alegato en favor de las palas, por si de lo antes escrito se pudiera concluir que tengo algo contra ellas. En absoluto. Algunas son hasta bonitas. El único responsable, quiero dejarlo muy claro, del odio que podamos tener a una pala es... el malnacido que invento el mango.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Lo prohibido

Pasión, locura y lujuria

Sexo sentido

Y deseado

Calor corporal

y pura morbosidad

Salvaje explosión

De sexo y pasión

Enviado por: Noe

El mar



Mis pies me traen ante ti

Para mirar tu hermosura

Y con mis ojos ver tu bravura

Tu aroma me pierde

Tu brisa me envuelve

Y mi corazón te siente

Enviado por: Noe

martes, 10 de febrero de 2009

La soledad


Quién es?

Quien me llama?

Porque me buscas?

Y me reclamas?

No te quiero en mi vida

Y mucho menos en mi alma.


Enviado por Noe

La tristeza


La tristeza invade mi corazón

Y lo ahoga en un puño

La tristeza me marca el dolor

Y me hace sentir impotente

La tristeza llama a mi puerta

Y yo la he dejado abierta

Mi vida se alía con la tristeza

Y me siento como muerta.

Enviado por :
Noe

lunes, 9 de febrero de 2009

Lo digo y lo mantengo

Pues no, no y mil veces no( siempre quise escribir esto)
La soledad no es buena, ni se acostumbra nadie a ella, ni hay varias soledades, ni na de na
a pesar de lo que diga Benedetti y el resto de los poetas que escriben a la soledad en compañía de sus musas.
Y podría decir muchas mas cosas de porque no es buena, pero ahora no me apetece, que me encuentro muy solo y me deprimo si pienso mucho. Y ademas lo de pensar es adictivo.

Ser Tu

Porque al ser tu pelo
Puedo acariciar el arco de tu cuello
Porque el ser tus manos
Puedo perfilar la línea de tus muslos
Porque siendo tus ojos
Puedo mirar tu imagen desnuda en el espejo
Porque si soy tu voz
Puedo susurrar mi pasión en tus oídos
Porque siendo tu boca
Me llenare de sabor a ti
Porque siendo tu deseo
Solo seremos uno a la vez

¿Te parecen pocas razones para querer SER TU?


stico1949

domingo, 8 de febrero de 2009

Yo y la lluvia(o la lluvia y yo)

Hasta ahora no me había atrevido a deciros que me p_o_n_e la lluvia, y no lo había hecho por miedo a la censura. De hecho, ya veis que separo con rayas, bueno mejor con guioncitos, no vayan a censurarme lo de rayas.
Y es que, las palabras son según quien y sobre quien se emplean. Y si no, a las pruebas me remito. Tomemos el ejemplo de Santa Teresa. Ella podía ponerse, y vaya si lo hacia, a base de comer pan con hongos alucinógenos. Y tanto se ponía que hasta hablaba con su dios. Mírese bien que digo”su”, porque decir Dios seria admitir que solo existe uno. Nada mas lejos de la realidad. O acaso cuando en momentos de esos sublimes... ya sabéis, gritamos, eso si, casi siempre al final –DIOS!!!!!-, le gritamos tod@s al mismo?

Pues eso, que nadie censuraría el termino aplicado a Santa Teresa, si bien será porque en esos casos lo llaman...misticismo
JA!!!!

Estación termino

En mis ultimas vacaciones recupere el sabor de los viajes en tren. Desde ese ruido adormedecedor, aunque ya no es el de antes, a pasear por el vagón, ir a la cafetería, el olor de las estaciones. Y dormir. Cuando viajo en horarios tempranos, me encanta que empiece la película para dormir. Son simplemente anestésicas.

Me gusta viajar a las estaciones termino. Eso me permite disfrutar de un trayecto relajado, sin tensiones, sin estar atento a la megafonía con voz de señor o señora argentino(nada contra ellos... este... o si?... jejeje. No. Nada contra ellos). Basta con que alguien haya colocado su equipaje justo el la zona sobre tu asiento, siempre ocurre así, por lo que creo deberían retrasar o adelantar los números de los asientos, para que sepas cuando ha terminado el viaje. Justo cuando te pisan los pies sin ningún tipo de rubor.

Pero... también me gusta viajar a una estación intermedia, o sin saber cuanto falta exactamente para el fin de mi viaje. Esto, al contrario que sucede con las estaciones termino, me hace vivir un viaje alerta, siempre atento, casi en tensión, y en premio a ello, disfrutando de todo el paisaje del trayecto. Ah. Y te evita el pisotón.

Y fíjate que estaba pensando esto cuando de pronto dije: Eureka!!!! Como en el amor.
Si, si. En el amor sucede igual. Si el fin del amor es el amor, iniciamos viaje a una estación termino. Nos relajamos nada mas ponerse en marcha el tren. Para que estar alerta, atento, si se cuando he de bajarme. Monotonía, le llamaría una amiga mía que además insiste en que es inevitable.

Moraleja: el amor siempre debería viajar a estaciones intermedias.

Conclusión: ah no... eso ya os lo dejo a vosotr@s

EXTRAÑAS DAMAS

Ya ni sabíamos las veces que se había dejado aquella partida.
Siempre se dejaba, nunca con el animo o el deseo de abandonarla, pero si algunas veces con una sensación de vacío que nos tenia largos periodos de tiempo alejados del tablero. Al principio volvíamos pronto a ella, casi no nos levantábamos de la mesa de juego, nos gustaba aquella partida, necesitábamos seguir jugando. Era parte de nuestras vidas, no sabíamos hacer otra cosa, y sin darnos cuenta, aquella partida estaba empezando a convertirse en algo obsesivo.
Tantas veces como nos sentábamos de nuevo frente al tablero, tantas otras como teníamos que dejarlo. Había algo extraño en aquella partida, no lográbamos comernos el uno al otro, las fichas parecía que se acercaban pero solo se cruzaban entre si. Mirábamos el tablero y no éramos capaces de descubrir que estaba mal. Es cierto que no fue una partida premeditada, acordada de antemano. Fue un impulso, ni siquiera nos preguntamos si conocíamos todas las reglas del juego, creo que con la seguridad de que sobre la marcha seriamos capaces de discutir amistosamente cualquier duda. De manera que sin pensarlo dos veces buscamos una mesa y un tablero y casi desparramamos las fichas sobre el. Y sin mas, empezamos a jugar, con prisa, con ansiedad en algunos momentos. Nos gustaba estudiarnos, mirarnos a los ojos, tratar de descubrir en el otro el siguiente movimiento. Pero la partida no avanzaba. Tras múltiples esfuerzos nos descubríamos casi en el punto de inicio, era como si ninguno hubiera movido ficha. Nos reíamos. Nos decíamos que era cuestión de adaptación, que nunca habíamos jugado a eso los dos.
Con el paso del tiempo aquel juego empezó ha hacernos sentir mal, a la menor oportunidad nos buscábamos uno u otro una excusa para dejarlo por un momento. Y una de las ultimas veces, casi sentimos la tentación de levantarnos y arrojar el tablero fuera de nuestras vidas. Pero ninguno de los dos quería hacerlo. Ninguno de los dos nos decidíamos a romper aquella partida, con la certeza de que el día que lo hiciéramos, algo muy especial se rompería dentro de nosotros.
Al final fue ella, el mas fuerte de los dos, quizás por ser quien mas apostó en aquella partida, quien mas esfuerzo hizo en cada intento, seguro que pensando ser menos conocedora que yo del juego, al final fue ella quien decidió dar por terminada aquella partida.
Y yo quede allí, frente al tablero, solo, mirando una y otra vez sin descubrir que era lo extraño de aquella partida. De pronto sentí que estaba tan cerca del tablero que no tenia perspectiva, y me levante, me aleje de la mesa, y mire fijamente hacia el tablero.
Nunca había experimentado una sensación similar. Aun hoy soy incapaz de definirla. Solo se que de pronto me descubrí abandonado en una carcajada sin sentido, arrebatado por una risa incontrolada, vaciándome. Ya sabia lo que estaba mal en aquella partida.
Ella tenia sus fichas en los cuadros blancos... y yo las mías... en los cuadros negros.

stico1949

Pieles

Nunca supe si había intencionalidad en ella. Pero de la forma que fuera, aquella imagen sé que me acompañara mas allá de los inframundos, y que cada vez que necesite recordar la magia, haré aparecer aquel rincón en mi mente.
Allí estaba, sentada sobre los dos taburetes de la cocina. La espalda sobre el frigorífico laminado en negro, el fondo blanco de los azulejos devolviendo luz a su piel, y con las gafas. Quizás por alguna razón que nunca sabré, alguien que antes que yo la vio y pudo así definir la sensualidad.
Desde su rincón, con sus coletas dándole ese aire de colegial que tanto nos pone a los hombres, erguida la cabeza, mirándome a través de sus gafas de escritora erótica, casi me desafiaba. Que hermoso es su cuerpo. Lo cubre con un pijama ligero, fresco y cómodo para dormir, con un tirante distraídamente caído sobre su brazo. Su pierna izquierda se alarga descaradamente sobre el segundo taburete hasta terminar casi con pereza en un pie que podría haber sido esculpido en alabastro para mostrar al universo un trozo de belleza. Su otra pierna forma ángulo cerrado con su muslo, y descansa el pie sobre el taburete. Y su piel. Su piel es morena, pero no ese moreno “gabinetesolarcomovoyamolarestanocheenlafiesta”. No.
Su piel es morena porque el sol y la sal de los mares están en ella. Y así refleja el color de la arena del desierto al atardecer, pero impregnado de brisa de mar. Y de aquella guisa, con sus muslos descubiertos, sostiene en sus manos su tazón de cacao.
Yo sabia que aquello significaba productividad. Cuando estaba allí y así, era porque había decidido lo próximo que escribiría. El cacao la hacia productiva.
Me ofreció con un gesto que solo ella era capaz de componer, que compartiera su tazón de cacao templado. Casi salte sobre ella. Verla así hacia que el caballo loco de mi sexualidad relinchara soplando por sus narices aires cargados de furia, pero había aprendido a sujetarle con mano firme con las riendas de la sensualidad. Sabia que con ella, era enloquecedor el camino mas que el final del viaje. Me acerque, ¿ o me deslice?, hacia ella, pero no hice ademán de beber. Unte un dedo en el cacao tibio, y deje caer una gota sobre su rodilla. Ella miraba. Despacio, muy despacio, mi boca fue buscando aquella gota, mi lengua surgió de entre mis labios y casi desafiando las leyes de la física, creo que no llegue a rozar su piel, saboreo la mezcla de piel, sal, cacao y arena sobre la rodilla desnuda. Fue como una explosión. Pude sentir el aire moverse a mí alrededor impulsado por la reacción de aquella piel. Ella no aparentaba haberlo notado. Durante un instante solo me miro. Sus ojos eran negros, del negro más luminoso que había fabricado el universo.
Muy despacio, como imitándome, metió su dedo en el tazón, recogió de el una gota de aquel cacao oscuro y denso, y la dejo caer sobre su rodilla, pero de tal forma que pudiera deslizarse pegajosa sobre su muslo. Tome su pie en mi mano. Levante un poco su pierna, ayudando así en su recorrido a la insinuante gota. Y deslice mi lengua a lo largo de su muslo, sobre aquella piel de cerámica cálida. Esta vez, ambos fuimos atrapados en la explosión. Fue todo su cuerpo. Fue un estremecimiento que nos traspaso fugaz pero intenso. No se fue. Estaba allí, revoloteando junto a nosotros, dispuesto a sumarse a estremecimientos venideros que terminarían por componer toda una sinfonía de deseo. Hizo un movimiento de cabeza, para que yo pudiera llegar sin ningún obstaculo hasta su oreja y deslizarme así desde ella, a lo largo de cuello, en un rapel de sensualidad húmedo que mojaba su cuello y quien sabe que mas. Cuando volví a mirar, de forma inexplicable, su pijama había desaparecido. Y ocupaba su lugar un universo de piel, formas y sabores. Aquella pierna que al principio se alargaba a lo largo del taburete, colgaba ahora hacia el suelo, descubriendo en su totalidad la otra pierna que seguia formando un ángulo pensado para el eslalon. Eso fue lo que la siguiente gota de cacao intentó hacer recorriendo su muslo en una trayectoria que indefectiblemente le llevaba hasta el lugar del que brotaban aquellos impulsos que nos hacían sentir cada vez mas el uno en el otro. Y así, sin pensar en los riesgos de un eslalon sin el equipamiento necesario, me lance en pos de aquella veloz gota que pugnaba por escapar.
No lo logro. Puse pegarla a mi lengua cuando casi se perdía en el final de su trayecto...
Pero aquello solo fue el principio. Todo un torrente de gotas galopaban hacia mi boca, y una a una, fui sorbiéndolas, disfrutándolas. Hasta que una de ellas logro zafarse y me llevo a buscarla entre los muslos de mi compañera que en ese momento ya acariciaba mi cabeza con sus manos, en una lucha entre mi libertad y sus deseos de arrastrarme a sus entrañas.
El tazón de cacao embadurnó nuestros cuerpos. Y la sal, la arena y el sol... contemplaron aquellos dos cuerpos sin poder distinguir donde empezaba el uno, y donde el otro.

stico1949

La lluvia y el emigrante

Con aquel ya eran doce los días que llovía sin descanso. Y esa mañana además, era especialmente fría, con un cielo gris, intensamente gris y luminoso a la vez, un presagio quizás de que el mal tiempo seguiría colgado sobre nuestras cabezas. Aunque ahora que lo pienso, la luminosidad de la mañana posiblemente se debía mas a que por fin había puesto los dos limpiaparabrisas nuevos, lo cual me daba una visibilidad como nunca antes había tenido desde dentro del coche. Solo me faltaba arreglar la luz trasera izquierda, y aquello estaría en condiciones de circular con unos mínimos de seguridad. Pero bueno, eso ya seria al mes siguiente.
Recorrí los caminos de la finca encontrándome un panorama que ya empezaba a resultar monótono. Las gentes estaban dentro de sus furgonetas, los autocares o los coches que les habían llevado hasta el tajo. Dentro de un momento llegaría el técnico, y todos nos volveríamos a marchar a nuestras casas, un día más.
Haré una rectificación. Todos no estaban dentro de sus coches. Abdel Ali Rabat estaba fuera de la furgoneta. Sentado sobre la orilla del camino con la cabeza entre las manos, derrumbado, lejos de allí... triste. Y yo sabia porque.
Recuerdo el día en que nos conocimos, como casi a escondidas, o al menos a mi eso me pareció, acepto un cigarro que los dos fumamos en un descanso entre las gomas, esperando a que se calentaran un poco. Desde aquel momento, se estableció una relación cordial entre nosotros. Yo trate de hacerle saber de mi sentido del humor, para que nunca se sintiera ofendido por alguna broma, habida cuenta que nuestra diferencia en el idioma y en las creencias podría dar lugar a ello. Pronto me capto y eso nos permitió conocernos mejor y más aprisa. Ya incluso se atrevía a insultarme. Una mañana llegue y muy decidido le dije: Abdel, durante todo este mes, el desayuno y la comida corren de mi cuenta.
- Tu mucho cabron, me dijo riendo a carcajadas. Acababa de comenzar el ramadan.
Abdel Ali Rabat era un joven inteligente, conocedor de su religión sobre la que manteníamos interminables conversaciones de las que aprendí muchas cosas. Trabajador, aunque esa característica no era muy común entre sus correligionarios, noble y sincero. Estaba contento el día que le conocí. Acababan de decirle que en adelante se quedaría "fijo" en aquella finca para ayudar a los regantes. Aquello era para él casi una lotería. Ya terminaban los días de angustia esperando a que sonara el teléfono por las noches para ver sí al día siguiente harían falta "moros" en alguna finca. Los "moros" hacían jornadas de ocho horas. Él me pregunto si algún día podría hacer mas si había trabajo. Le dije que si, que "habría trabajo". Durante un descanso a los pocos días de empezar me dijo que estaba mas contento aun porque era noviembre, y eso significaba que cobraría justo para diciembre, cuando tenia previsto ir a ver a su mujer y a su hija. Podría llevarles "incluso regalos".
Era el día 9 de Noviembre. Hasta ese día llevaba acumuladas 53 horas de trabajo, que multiplicado por 700 pesetas resultaban unos ingresos a esa fecha de 37.100 pesetas. Acabado el mes cobraría aproximadamente unas 160.000 pesetas. Los ojos le brillaban cuando hacíamos las cuentas.
Ese fue él ultimo día de trabajo. Desde el día 10, una borrasca se había centrado sobre la región y todo hacia presagiar que aun duraría casi hasta entrado el mes siguiente.
Abdel Ali Rabat, sentado sobre una orilla del camino, con la cabeza entre las manos, lloraba pensando en su mujer y en su hija. Este mes... tampoco podría ir a verlas
-" La borrasca que se halla centrada sobre la Comunidad de Murcia se mantiene casi con la misma virulencia que el primer día, y se prevé que aun sea así durante los próximos diez o doce días."


stico1949/2001

El escultor de arenas

Me sentía orgulloso por haber logrado el equilibrio entre las nuevas tecnologías, y lo que era más importante para mí, una calidad de vida que me permitía “vivir” para vivir, no hacerlo para subsistir simplemente. Por eso la decisión de trasladarme a aquel pueblo de costa en Galicia fue de lo más acertado que había hecho en los últimos años, cargados estos de demasiados errores. Me sentía perfectamente en aquel lugar. Allí disponía de casi todo lo que siempre había deseado. Gentes normales, mar, bosques, niebla, lluvia. Pero lo que de verdad me engancho a aquel pueblo fue el, el escultor de arenas. Lo descubrí en uno de mis primeros paseos por las calas, siempre al atardecer. En una de ellas, pequeña y acogedora, había un hombre esculpiendo en arena una estatua de mujer. Me fascino la imagen y me senté a recrearme en aquel momento, sin ser visto, sin la mas mínima intención de acercarme a el, entre otras cosas porque intuí que no se habría enterado de mi presencia. Con una lentitud que producía sensaciones de tranquilidad en el y en quien le pudiera estar observando, termino su escultura y se sentó frente a ella, sobre la duna que daba entrada a la cala. Poco a poco la marea fue subiendo el nivel de las olas que llegaban a la playa, y estas comenzaron a lamer los pies de la mujer, por cierto, desnuda y tremendamente hermosa. Al poco rato, la espuma de las olas y la mujer se habían fundido en una marea que devolvía al mar la arena con la que le hombre había trabajado. Una vez que todo había vuelto a la normalidad, se levanto y se dirigió hacia mí. Su mirada me recorrió hasta la medula. Nunca sabré que había en ella, pero me sentí bien. Paso a mi lado y solo hizo un gesto de cabeza. A los pocos días, comentando eso en un bar, me dijeron que hacia lo mismo todos días, invariablemente todos, desde hacia casi 30 años. Y me colgué de aquello. A menos que hubiera una fuerza mayor, algo realmente importante que me lo impidiera, asistía cada atardecer para contemplar el ritual de aquel hombre que sin duda contenía una hermosa historia de amor.
Un día al llegar pise algo que hizo ruido y el se volvió y me miro. Note una expresión que nunca antes había visto en sus ojos. Ansiedad, tristeza o quizás miedo, y sentí el impulso de acercarme a el. En los tres años que le visitaba, jamás me atreví a entrar en su vida.


-Es hermosa, le dije intentando mostrar un profundo respeto, todo el que aquella vivencia despertaba en mí hacia aquel hombre.

-No te enfades, me respondió. Es la mujer más hermosa que jamás ha existido. Y me ama.

Lo que siempre me cautivo de aquel hombre fue su fuerza, la que había en su mirada de ojos marrones o verdes según la luz que en ellos se reflejaba, incluso, y ara su edad, la apariencia de hombre fuerte. Su seguridad en cada movimiento, en cada gesto. Cuando esculpía acariciaba la arena, trabajaba cada rasgo con un mimo que nunca había visto en nadie.

-Nos amamos. Desde hace exactamente 32 años y 165 días. Con sus noches. Desde nuestra primera conversación, cuando aun ni éramos capaces de imaginar que seriamos las dos personas en el mundo que más iban a desearse. En cada palabra, en cada gesto, cada tono de voz, se vertía todo el torrente de nuestra pasión. Y en nuestros encuentros… ¡ Dios!, nuestros encuentros. Fueron tres. Si, no pongas esa cara. Solo hemos estado cerca físicamente tres veces, y de esas, solo una hemos podido vivir nuestras pieles. Una sola y maravillosa vez. Como en cualquiera de nuestros encuentros, fueran en la distancia o uno junto a otro, derramábamos toda nuestra fuerza. No sabíamos cuando seria el siguiente, ni siquiera si habría un siguiente. Y eso que siempre tuvimos la certeza de que la vida nos regalaría un día el mejor de sus regalos: una noche abrazados.
Aquí, donde estamos sentados tú y yo ahora, fue la última vez que pude deslizar mis ojos por su cuerpo. De nuestro ultimo encuentro habían pasado cinco meses, cinco largos meses a través de los cuales fuimos llenando nuestras noches de deseos contenidos, de amor que nos punzaba a veces en la garganta, de caricias imaginadas que de de tan pensadas nos quemaban la piel, de gemidos en la distancia. En cada noche revivíamos el último encuentro y soñábamos con el próximo. Y llego al fin. Otra vez nuestros ojos resbalando por la piel, nuestras manos buscando un descuido para sentir el calor del otro. Dos horas. Dos horas para sentir como el aire de nuestros cuerpos al andar se mezclaba, para dejarnos arrastrar por la voz, quebrada a veces, para inundarnos de miradas que ardían. Se que te intrigan mis figuras de arena. Bueno, en realidad mi figura de arena. Solo es una. Siempre ella. Y también se, lo leo en tu mirada, que jamás me preguntarías el porque de ella, día tras día. Te lo contare. Al llegar la hora de despedirnos la acompañe hasta la cala, y ella quedo justo donde a diario la repito moldeada en arena. Yo marchaba y cuando llegue a lo alto de la duna, me volví a dedicarle una última mirada. Fue como si toda la luz del océano se hubiera concentrado en aquel punto, justo sobre ella, para iluminarla. Apareció ante mí saludando con la mano, con su sonrisa abierta y entregada… y con los pechos desnudos. Para mí, sabes. Era su forma de decirme que era mía. Mas mía de lo que jamás fue de nadie. En la distancia, en el tiempo, en las circunstancias, todos ellos adversos, y aun así, ella era mía. Ella lo sentía y así me lo hacia sentir en cada oportunidad que tenia.
¡Odiosa carretera! Fue la última vez que nos vimos. ¡Odiosa carretera! Me la robo para siempre.

Sentí un pinchazo agudo en el corazón. Casi balbuceando pregunte: ¿ella… esta muerta? Escuche mi última palabra retumbar en todos y cada uno de los granos de arena de la playa. El no dijo nada. Me miro y de sus ojos había desaparecido la tristeza, de su rostro aquella sensación de ansiedad que me hiciera verlo distinto a otras veces. Sin mediar palabra se volvió despacio y camino hacia la estatua de arena. La marea comenzaba a subir. Se abrazo con delicadeza a la mujer, a su amada y amante. La beso en la boca. Las olas, como cada anochecer, lamían los pies de la estatua, y esta vez también los del hombre. Y esta vez ambos, estatua y hombre, amado y amada, fueron diluyéndose en la espuma de las aguas que en el replegar de sus olas iban llevándolos mar a dentro.
El mar les regalaba así lo que la vida no pudo hacer. Una noche abrazada. Una eterna noche de amantes.


Stico1949/31 del 8 del 2003

En A Coruña