En este punto interesante de mi dilatada vida he aprendió varias
cosas. Una: sin alguien que tiene la capacidad de hacer que algo suceda o no
suceda, dice a través de los medios que no va a suceder, tengamos la certeza de
que va a suceder.
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No vamos a privatizar la sanidad pública.
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No vamos a privatizar la educación.
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El euro no va a desaparecer.
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Vamos a luchar contra la corrupción.
Acabaron los tiempos de bonanza, de vivir por encima de
nuestras posibilidades, de tener derechos (y obligaciones).
Y empieza el tiempo de los superhéroes. Empieza el tiempo en
que todos y cada uno de nosotros nos convirtamos en justicieros, en el hombre insectopalo,
la mujer incrédula… y salgamos por las
noches a hacer justicia. Esa que no se hace cuando se tolera que cuatro
bandarras se repartan el dinero de las Cajas, que una babaya tenga 12 cargos y
cobre por los doce pero la culpa de la ruina de un ayuntamiento sea de los de
antes. De esa justicia que no hace nada contra los de antes que arruinan un
ayuntamiento, de la que aun deja que la germana nos amenace y nos lea el futuro.
De esa justicia que permite al gabacho decir cómo han de vivir “los demás”
mientras él sigue viviendo como antes.
Es el tiempo de los justicieros anónimos.
Es el tiempo de salir a las calles.
Ah que…aun no?
Por cierto… ya habíais tirado todas las pesetas?. Que putada
¡!!
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