Y usan sabanas. Y cadenas con una bola al final. Sabanas con las que ahogan el aliento. Sabanas con las que amordazan los sentidos y te ahogan. Cadenas que atan las sensaciones. Cadenas que se enredan cuando andas, cuando piensas. Y esa puta bola al final que golpea cuando intentas escapar, esconderte.
Los fantasmas son unos hijos de puta sin corazón.
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