Mi afición a las gaviotas se remonta a “años ha”. Creo que desde que leí Juan Salvador Gaviota y la imagen de aquel bicho intentando ser feliz al margen y sin el beneplácito de la manada, me dejo una sonrisa dibujada en el rosto. Y encima sin tener en cuenta que aquello, lo del bicho, podía ser contagioso. Dios!!!! Hemos de detenerlo o se cargara el…sistema?
Cuantas veces me he recreado en su vuelo, cuantas veces las he fotografiado. Como me gustaba quedar en una esquina de la calle Barcelona en A Coruña, para verlas sortear los edificios y recortarse contra el cielo coruñes. Seguro que alguna de aquellas era el bicho de mi libro.
Pero, llegaron los símbolos y se me jodio la imagen. Digo yo que ya que unos habían optado por la rosa, podían los otros haber optado por el capullo. Aunque bien pensado, casi podían compartir ambos el capullo. Y es que ver a las gaviotas picoteando contra exministros furtivos, jueces exsocialistas… me deprimía. Con lo que yo las he defendido frente a quienes les llamaban bichos carroñeros. Y? Acaso no hemos ido nunca a un chino, a un mcdonald?
Llevo días intentando encontrarles un icono alternativo, pero no logro encontrar bicho, vegetal o cosa lo suficientemente indigno y despreciable como para ser el icono de un político.
Bueno, seguro que ese gaviota no es la mía
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