Sus gritos amenazantes me sobresaltaron. De pronto las luces se encendieron y el cuadro que observé hizo que se me helara la sangre. No podía creer lo que sucedía ante mis ojos.
Su imagen era borrosa, como el garabato que se dibuja antes de empezar una obra maestra. Sus extremidades eran alargadas y muy finas, parecía imposible que pudieran sostener el resto de aquel cuerpo tremendo.
Cada palabra que yo pronunciaba le había ido transformando en una visión insoportable. Entonces comprendí porque no toleraba la sinceridad, estaba acostumbrado a que todo el mundo se dirigiera a él con mentiras y falsedades y había aprendido a aclimatarse a ellas, por eso un brote de sinceridad imprevista y brutal le había roto la coraza dónde se ocultaba.
Por fin se mostraba ante mi como lo que verdaderamente era una gran mentira desnuda, El siguiente paso era terminar de una vez con él, con la posibilidad de un nuevo brote de su maldad, esa maldad que había destruido a tantos.
Me quedé paralizada, no creí llegar nunca a este momento.
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Todo ha sido muy duro desde entonces, desde tu muerte todo se oscureció de pronto y ya no ha vuelto a su color habitual. Se me ocurre a veces que eras la bombilla que iluminaba mi realidad y que hasta que no te encuentre un recambio todo seguirá a oscuras… ahora mismo me siento mejor en la oscuridad.
Realmente no creo que nadie pueda darme tanta luz como lo hiciste tú. Noto tu ausencia en todo lo que me rodea, como si el mundo hubiera adoptado tu fragancia.
Ayer me sorprendí leyendo tu libro favorito, aquel que te empeñaste en que leyera y nunca conseguiste que lo hiciera. Ocupas mi mente las 24 horas del día, oigo tu voz, tu risa, siento tus manos y a veces incluso puedo verte en cualquier habitación de la casa.
¿Qué debo hacer contigo? Estoy muy perdida, no sé si debo olvidarte o guardar tu recuerdo perennemente. Nadie me había preparado para esta situación y ahora sólo saben darme discursitos absurdos sobre la crueldad de la vida con las buenas personas.
Cuando tienes una vida trazada y de repente todo se viene abajo debes tomar uno de los dos caminos que se te abren: Renunciar a seguir y rendirse ante la vida o bien luchar y ganarle la partida. Hoy por hoy voy a seguir adelante aunque no sé como…
Enviado por: IRENE
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