Las diferencias semánticas entre batalla y guerra son pocas y sutiles. No obstante,me quedaría con una batalla antes que con una guerra. La primera aun me deja soñar con nobleza, igualdad en la lucha y esas cosas. Una guerra siempre es una mierda. Y la nuestra no podía haber sido menos. Una mierda que deja mucho lastre de odio, rencillas que duran años, muertes inútiles... etc, etc.
Pero, que cosas verdad?, también nos dejan historias, leyendas. Una de ellas la descubrí con la lectura de un libro sobre guerrilleros asturianos en la posguerra. Hombres y mujeres que no se resignaron a perder la república aun cuando sus “lideres” escaparan al exilio, algunos muy cómodos por cierto.
Uno de esos personajes, héroe o bandido, fue Quintana, cuyas aventuras discurren por la cuenca minera, por Turon. Perseguido, buscado, de esos que mantuvieron en jaque a la Guardia Civil, de esos que bajaban al baile del pueblo y cuando terminaban de bailar con una moza le decían: “ahora ves al cuartelillo y di que has bailado con Quintana”. Como no podía ser de otra manera, la traición de un enlace fue su fin. Ametrallado, rematado. Y para que nadie fuera a su tumba, durante mucho tiempo estuvo vigilada por una pareja de guardias. Nunca se supo como, pero todos los días, sobre la tumba, aparecía un ramo de flores recién cortadas.
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