domingo, 14 de junio de 2009

Agujeros (II)

Ni que decir tiene que el protagonista de nuestra historia no quería, ni pensaba, que las cosas llegaran tan lejos.
Todo empezó de lo mas natural. “hacemos pellas?-vale”
Pero claro, al día siguiente como presentarse en clase sin un justificante. Y como explicar en casa que era mucho mas enriquecedor ver los ensayos de aquel artista del circo que subía con una moto por un cable sujeto a una de las paredes del insti?
Solución: otro día de pellas y a pensar como salir de aquello
Resultado... mas de un mes sin ir por clase. Dios mio!!!! al principio vagaba solo por la ciudad, hasta que termino unido al grupo de alumnos “out”, a saber, aquellos que estaban mas fuera que dentro. En los futbolines. El, que no sabia jugar, entre otras cosas porque nunca tenia dinero para el mas mínimo capricho.
Hasta que sucedió lo inevitable. Un incidente familiar provoco su búsqueda (y captura) que tuvo lugar como era lógico, en los furbolines, tras un seguimiento fácil y dos o tres preguntas a personas claves.
Durante el trance familiar todos mantuvieron las formas. Pero al llegar a casa a nuestro protagonista le llovieron todas las ostias juntas. Y el sin paraguas.
“No te das cuenta con lo que me cuesta a mi tu educación”...gritaban como argumento solido mientras seguían lloviendo las ostias.
El, nuestro protagonista, que aun no tenia claro el concepto “valor del dinero”, entre otras cosas porque nunca tenia, considero que si ese era el motivo fundamental de las ostias... merecía la pena lo vivido.

O sea, si todo lo que a un adolescente le podemos trasladar es el efecto-causa material y nadie le habla de otras cosas como sensaciones, sentimientos, respeto (por ejemplo)... estaremos regalandole el segundo de los agujeros. Una escala de valores distorsionada.

Ya sabéis aquello de:”mas le valdría atarse una piedra al cuello y tirarse a las agua de un río turbulento...bala...bla....bla”

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