sábado, 20 de noviembre de 2010

La vida... vaya con la vida

El otoño había llegado sin avisar. Crudo, frió, amenazante. La cigarra sintió como el frió atenazaba su cuerpo, y casi a rastras se dirigió hacia la puerta de la hormiga. Con las pocas, muy pocas fuerzas que le quedaban, llamo y se dejo caer esperando que la hormiga abriera.
-Que quieres cigarra? Hace mucho frió para tener la puerta abierta.
-Dímelo a mi, que apenas puedo rasgar las cuerdas de mi guitarra. Solo quiero algo de comer y un sitio caliente dónde dormir. Este otoño ha llegado sin avisar y muy cabrón.
-Vaya. Y ahora te das cuenta de eso. Sabes que? Si hubieras pensado que esto iba suceder en pleno verano, habrías hecho lo que yo. Menos fiesta y mas trabajar. Ahora... que quieres que te diga. Que lo siento mucho pero yo no me puedo arriesgar a quedar sin provisiones con todo un invierno por delante.

La cigarra iba perdiendo energías mientras escuchaba a la hormiga. Notaba como las fuerzas se le escapaban... y mientras la hormiga aun seguía con sus reprimendas, la cigarra cayo muerta sobre la incipiente nieve.
La hormiga mira entristecida, compadeciéndose de la cigarra y de como desperdicio sus días de verano. Dio media vuelta y cerro la puerta tras ella.
Tanta energía tenia la hormiga, gracias al calor de su acogedora casita elaborada a base de arduo trabajo durante el caluroso verano y a estar bien alimentada, que del portazo se derrumbo la pared, le cayo encima a la hormiga y la mato.
Moraleja... que queréis que os diga!!!

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